La vida cambia de rumbo cuando migrantes deportados describen cómo su tránsito por Estados Unidos termina en un viaje forzado hacia México que los deja sin hogar, sin documentos y sin claridad sobre su futuro. El caso alcanza a comunidades vinculadas con San Diego, donde inició el traslado para varios de ellos antes de cruzar hacia el sur.
Los recorridos comienzan cuando autoridades estadounidenses expulsan a personas de diversas nacionalidades y las entregan a funcionarios mexicanos que las envían en autobús a Villahermosa, Tabasco. Allí buscan trabajo informal en mercados y comercios locales para sobrevivir mientras lidian con la falta de estatus legal.
Migrantes deportados encaran rutas largas y vacíos legales
Además, muchos vivieron décadas en Estados Unidos y tienen hijos o nietos en California. Un nicaragüense relató que cruzó por Tijuana tras perder su residencia y quedó varado en México porque su país rechazó recibirlo.
Por otro lado, la presencia de cubanos crece en Villahermosa debido a acuerdos que permiten enviar a México personas de terceros países. Algunos trabajaban en Miami o San Diego antes de enfrentar procesos penales que derivaron en su expulsión. De igual manera, varios buscan asilo mexicano mientras resisten condiciones adversas en un refugio con recursos limitados.
Desafíos que mantienen a muchos en un limbo prolongado
Del mismo modo, testimonios señalan que quienes intentan regresar a su nación encuentran rechazos oficiales que prolongan su permanencia en México. En consecuencia, muchos dependen de familiares en Estados Unidos para pagar renta, comida o transporte mientras definen sus próximos pasos.
México informó en agosto de 2025 la recepción de 6525 personas de otras nacionalidades enviadas por Estados Unidos, una cifra que muestra el tamaño del desafío humanitario.






