El greenwashing en México y su impacto en la sostenibilidad real
En la Ciudad de México, hablar de sostenibilidad se ha vuelto parte del discurso político y corporativo. Sin embargo, detrás de las campañas ecológicas y los eventos de acción climática, se esconde una contradicción: las mismas empresas que promueven iniciativas “verdes” son responsables de buena parte de la contaminación y del manejo deficiente de residuos en la capital.
El evento “México por el Clima, Semana de Acción”, organizado por el Gobierno de la CDMX junto con compañías como Uber y Nestlé, ejemplifica la dualidad. Mientras se promueven mensajes de responsabilidad ambiental, los datos muestran que la crisis de basura, la contaminación del agua y las inundaciones siguen agravándose. En consecuencia, el discurso ecológico se ha convertido en una herramienta de marketing político y empresarial más que en una política efectiva.
El llamado greenwashing o lavado verde describe cómo grandes corporaciones adoptan una narrativa ambientalista sin modificar de fondo sus prácticas. En la CDMX, este fenómeno crece a la par de la inversión en campañas publicitarias que promueven “ciudades limpias” o “movilidad sustentable”. Por otro lado, especialistas advierten que estas estrategias distraen de las verdaderas soluciones, como el fortalecimiento de la infraestructura hidráulica o el desarrollo de economía circular.
Durante la inauguración de la Semana de Acción, la jefa de Gobierno Clara Brugada Molina dio la bienvenida en el Bosque de Chapultepec y en el Papalote Museo del Niño a representantes de organismos internacionales, empresas, pueblos originarios, academia y gobiernos locales. Brugada anunció que la ciudad elevará su meta de reducción de emisiones a 35 % hacia 2030, integrando al sector privado en la corresponsabilidad.
Por su parte, Erika Valencia Torres, directora ejecutiva de México por el Clima, celebró que la CDMX se colocara “en el circuito global del activismo climático”, y Julia Álvarez Icaza destacó la necesidad de “resistir, organizarnos y hacerlo juntos”. Detrás del escenario, Eduardo Murat Hinojosa participó como ponente del sector empresarial, sumando un matiz político al foro.
Aunque el encuentro se presentó como abierto al público, el acceso VIP tuvo un costo de 8,000 pesos, y la cena de gala, de 10,000 pesos por persona, bajo el argumento de “costos de recuperación”. Dado que fue un evento patrocinado por el gobierno capitalino y por empresas privadas, la transparencia sobre el manejo de esos recursos resulta indispensable. El gobierno debe rendir cuentas claras sobre el destino del dinero y garantizar que estos foros no se conviertan en vitrinas exclusivas.
Además, “México por el Clima” no es el único esfuerzo en la región. Ciudades como Bogotá, Lima y São Paulo han impulsado foros similares con objetivos más técnicos y comunitarios, lo que muestra que la capital mexicana no tiene la exclusividad en materia de liderazgo climático. La diferencia radica en la capacidad para convertir la retórica en resultados, un desafío que la CDMX aún enfrenta.
Aun así, surgen nuevos modelos empresariales y sociales dispuestos a romper el ciclo del simulacro verde. Startups ambientales, cooperativas y proyectos vecinales impulsan el reciclaje comunitario, la movilidad compartida y la eficiencia energética.
Del mismo modo, los consumidores muestran un creciente escepticismo hacia las marcas que usan la sostenibilidad como adorno. Hoy, más que discursos, la ciudadanía demanda transparencia y resultados tangibles. En 2024, la capital generó más de 12,000 toneladas diarias de residuos sólidos, un dato que revela el tamaño del desafío ambiental y la urgencia de pasar de la retórica a la acción.
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