En el corazón del condado de Riverside, un distrito escolar en California enfrenta crecientes críticas tras revelarse que permite a los estudiantes cambiar su nombre y género en registros escolares sin notificar a sus padres. Esta práctica, que forma parte de una política interna centrada en proteger la privacidad del alumnado, ha encendido el debate en comunidades latinas, especialmente entre familias mexicanas asentadas en ciudades como San Diego.
El distrito escolar de Escondido Union, señalado en recientes reportes, argumenta que su protocolo está diseñado para garantizar un entorno seguro y respetuoso para todos los estudiantes, sin importar su identidad de género. Sin embargo, padres de familia, activistas y líderes comunitarios han expresado su preocupación ante lo que consideran una exclusión deliberada de sus responsabilidades como tutores legales.
Padres desconectados de decisiones clave en escuelas públicas
La legislación estatal en California favorece la confidencialidad de los estudiantes en temas relacionados con su orientación sexual o identidad de género, incluso ante sus propios padres. Esto plantea tensiones entre la defensa de los derechos individuales de los menores y el rol tradicional de las familias en la toma de decisiones educativas y personales.
Por otro lado, organizaciones defensoras de derechos civiles destacan que estas políticas son fundamentales para evitar discriminación o violencia contra jóvenes LGBTQ+. De igual manera, el distrito ha asegurado que los estudiantes que desean realizar cambios deben hacerlo voluntariamente y con acompañamiento profesional.
En medio de este panorama, un dato resalta: según un reporte del Departamento de Educación de California, más del 42% de las escuelas públicas han adoptado políticas similares, intensificando el debate a nivel estatal.
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