A medida que el calendario avanza hacia fin de año, este domingo 21 de diciembre el hemisferio norte vivirá el solsticio de invierno, cuando la inclinación de la Tierra aleja al Sol de nuestra región y da lugar al día más corto y la noche más larga del año. En San Diego, California, la comunidad hispana especialmente la mexicana reconoce esta fecha como algo más que un evento astronómico: es una pausa necesaria, una oportunidad para reconectar con el tiempo, el hogar y los ritmos naturales.
La jornada tendrá apenas 9 horas y 53 minutos de luz solar, lo que influye directamente en los estados de ánimo, el metabolismo y hasta los hábitos laborales. La ciencia lo confirma: los niveles de serotonina y vitamina D tienden a reducirse con la disminución de luz natural, un efecto que puede afectar tanto la productividad como la salud mental. Sin embargo, la clave está en la adaptación.
Solsticio de invierno y su impacto cultural y emocional
A lo largo de la historia, civilizaciones como la maya y la azteca reconocieron el solsticio como símbolo de renovación. Hoy, en contextos urbanos como el de San Diego, el fenómeno invita a desacelerar y reflexionar. Desde pequeñas empresas que ajustan horarios de operación, hasta familias que aprovechan la temporada para reconectar, la fecha impulsa un cambio de ritmo necesario antes del inicio de un nuevo ciclo.
Del mismo modo, diversas tradiciones mexicanas adaptadas en California celebran este momento con rituales de introspección, velas, comidas calientes y espacios compartidos. Esta conexión entre pasado y presente refuerza el papel de la comunidad en momentos de transición.
En ciudades como San Diego, la luz solar regresará gradualmente después del solsticio, alcanzando su punto máximo el 20 de junio de 2026, con casi 15 horas de luz.






