Veracruz tras las inundaciones, entre la corrupción y la indiferencia oficial
En Veracruz, el agua volvió a poner a prueba al poder. Las lluvias recientes dejaron comunidades enteras bajo el agua y a miles de familias sin hogar, pero también dejaron al descubierto algo más profundo: la indiferencia política y el desgaste de un gobierno que prometió transformar el país y terminó repitiendo los mismos errores.
Mientras el lodo cubre calles y escuelas, el vacío institucional pesa más que la corriente. Lo que debió ser una reacción inmediata se convirtió en una secuencia de omisiones, excusas y reclamos. En medio de la emergencia, los damnificados sienten que la “transformación” que tanto se prometió ya se hundió entre el agua turbia del Río Cazones.
La presidenta Claudia Sheinbaum llegó a Veracruz con la intención de mostrar apoyo, pero su visita terminó provocando enojo. Frente a una multitud desesperada, pidió silencio con la mano mientras los afectados exigían ayuda. El gesto, captado por cámaras, retrató más que un mal momento: mostró la distancia entre el discurso empático y la realidad de quienes lo perdieron todo.
En Poza Rica, el presidente municipal Fernando “El Pulpo” Remes Garza, cercano a Andrés Manuel López Obrador, admitió en video que el muro de contención del Río Cazones “estaba parado”, aunque el gobierno había reportado la obra como terminada. Con un presupuesto de 14 millones de pesos, Remes reconoció que el dinero se desvió. Su frase —“se chingaron el dinero”— se volvió símbolo del cinismo con el que se maneja la tragedia.
La gobernadora Rocío Nahle también enfrenta señalamientos. No activó los protocolos de emergencia pese a las alertas emitidas por Conagua. La respuesta llegó siete horas tarde, cuando el agua ya había arrasado con viviendas y caminos. Esa demora agravó las pérdidas y multiplicó la indignación.
En consecuencia, los reclamos no solo apuntan a la lentitud del auxilio, sino a la corrupción que permitió que los riesgos se ignoraran. Tanto Rocío Nahle como Fernando Remes comparten la responsabilidad política y moral de una catástrofe que pudo evitarse.
Mientras la Conagua emite nuevas alertas por lluvias en el sur del estado, Veracruz intenta recuperarse entre el barro y la desconfianza. Más que una tragedia natural, el desastre revela un país donde las promesas de cambio se ahogan en la realidad.
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