Los asilos en México se convirtieron en la principal alternativa para miles de migrantes que quedaron varados tras el endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos. En ciudades como Tapachula, Chiapas, personas de Haití, Cuba y Venezuela enfrentan esperas prolongadas mientras intentan rehacer su vida lejos de sus países de origen.
Desde temprano, decenas de solicitantes forman filas frente a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) para registrar su permanencia y mantener activo su trámite. Muchos deben presentarse cada dos semanas, sin una fecha clara para la resolución de sus casos. Algunos acumulan más de un año de espera sin autorización para salir del estado.
El cierre de la aplicación CBP One durante la actual administración estadounidense obligó a los migrantes a replantear su ruta. Mientras algunos regresan a sus países o buscan protección en otras regiones, miles optaron por solicitar asilos en México como única vía para evitar la deportación.
Asilos enfrentan rezagos y recortes presupuestales
Organizaciones civiles advierten que el sistema de asilos opera con recursos limitados. Recortes a la cooperación internacional redujeron la capacidad de COMAR y forzaron el cierre o la reducción de personal en albergues y asociaciones de apoyo. Como resultado, el proceso que debería durar semanas ahora se extiende por meses o incluso años.
Además, los solicitantes enfrentan restricciones laborales, altos costos de vida y discriminación local. Muchos sobreviven mediante ventas informales o trabajos temporales, sin estabilidad ni ingresos suficientes.
Migrantes buscan sobrevivir entre la espera y la incertidumbre
Pese a las dificultades, los migrantes continúan llegando. Las causas que los expulsaron —violencia, persecución política y crisis económica— siguen vigentes. Para muchos, obtener asilo en México representa empezar desde cero, pero también una oportunidad de permanecer con vida.
Algunos incluso optan por regresar a sus países tras no encontrar condiciones mínimas de seguridad o sustento. Aun así, los asilos permanecen como el último resguardo para quienes no pueden volver ni avanzar.
