Escena urbana de San Diego con infraestructura vinculada a tecnología de vigilancia y supervisión comunitaria.
San Diego mantiene su tecnología de vigilancia entre críticas

San Diego mantiene su tecnología de vigilancia entre críticas

El debate sobre seguridad y libertades civiles tomó nuevo impulso en Estados Unidos cuando el Concejo de San Diego aprobó la continuidad de su tecnología de vigilancia tras una jornada cargada de inquietud pública. La decisión reafirmó la operación del sistema usado por la policía local mientras crecían las dudas sobre posibles accesos federales a la información.

El voto permitió que el Departamento de Policía mantenga activos los lectores automáticos de placas y los Smart Streetlights bajo una política revisada. Además, esta actualización marca el primer proceso formal de recertificación desde que se implementó la TRUST Ordinance, una ley creada para proteger derechos civiles frente al uso de herramientas tecnológicas.

Supervisión y tecnología de vigilancia bajo escrutinio

El análisis se extendió durante horas, con un recinto lleno y una mayoría de voces solicitando frenos más estrictos. También surgió la preocupación de que la información capturada pudiera usarse en operativos migratorios. Asimismo, el departamento policial aseguró que acató las recomendaciones del Privacy Advisory Board al ampliar auditorías, mejorar reportes públicos y reforzar reglas internas para evitar cualquier cesión de datos a agencias federales.

Por otro lado, colectivos ciudadanos cuestionaron la solidez de Flock Safety, proveedor actual del sistema. Señalaron investigaciones independientes que documentan fallas y brechas previas.

Tensiones políticas y próximos pasos para San Diego

Algunos concejales advirtieron sobre riesgos ante un gobierno federal que podría endurecer políticas migratorias. Otros subrayaron que el sistema ofrece precisión operativa en una ciudad con limitaciones de personal. En consecuencia, surgió la propuesta de iniciar un nuevo proceso de licitación durante el próximo año para evaluar alternativas tecnológicas y reforzar la confianza pública.

El cierre del debate dejó una cifra relevante: más de cincuenta políticas de vigilancia continúan activas en San Diego bajo un esquema que exige revisión anual y mayor transparencia institucional.

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